Tu incapacidad para poner límites es miedo.
La desconexión con tus necesidades y el miedo a expresarlas. Es una respuesta traumática que perpetúa hacerte gaslighting a ti misma.
Cuando sigues tolerando y diciendo Sí a lo que sientes que es No, ¿es una respuesta a quién eres o una reacción a lo que temes?
¿Tú palabra está alineada con tus valores o con los de otros para evitar conflicto, crítica, o rechazo? Si tu SÍ o tu NO no se basan en quién eres, encontrarás conflicto y dolor porque no estás respetando tus límites.
Mira si cuando le dices Si a otro, no te estás diciendo NO a ti.
Para aprender a poner y mantener límites, tienes que aprender a sentarte con la incomodidad de las reacciones de las personas y tu miedo al rechazo.
Una de las distorsiones más grandes que hemos interiorizado es que para ser una buena persona tenemos que tragarnos toda la mierda que nos echen.
Tener compasión y empatía por los motivos por los que alguien se comporta de la manera en que lo hace en base a sus experiencias, nunca significa que tengas que tolerar su comportamiento o estar disponible para él/ella.
Puedes tener compasión y puedes establecer un límite. Esto es lo que significa también tener compasión por una/o misma/o.
Cuando protegemos a otros de las consecuencias de sus acciones, también les estamos robando la oportunidad de madurar y hacerse responsables de sí mismos.
Poner límites energéticos y psíquicos es devolver al otro sus proyecciones, no enredarte ni fusionarse con sus pensamientos, emociones o juicios, no dejando que entren en tu espacio.
Recuerda: Es mejor que te rechacen por lo que eres a que te quieran por lo que no eres.
Lorena Cuendias
@mujeralquimia
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